sábado, 17 de abril de 2010

Kaospolitik (KP)

La Política del Caos.
Por Rainer Hauser.

Respondemos al llamado de Marco. Por el principio. Porque como ninguno, permite hacer verdad entre nosotros el criterio fraterno, fundador del derecho a la diversidad y al diálogo: “Puede que no esté de acuerdo contigo, pero daría mi vida por tu derecho a expresarlo”. El pretender una “teoría unificada” que explique el fenómeno sería osado. Hacerlo en mil palabras imposible. Por eso.

15 de Abril, Santiago. Casi 30° de temperatura. Uno se habitúa. Parece normal. No nos extrañaría que este año, fuera –como los últimos 15-, el más cálido de que se tenga registro. http://climate.nasa.gov/ ¿Nos causará asombro que cuando llegue el invierno sean mayores también los fríos, como hemos visto que también ocurre? La actividad sísmica se ha transformado en una constante. Información diaria. Ella no está limitada a las categorías sociopolíticas e históricas de organización humana de los espacios. No se trata de fenómenos “nacionales”. La “temporada sísmica” –que es en verdad una era-, se inició con Haití. Siguió con Chile y Filipinas, USA (baja california), México, Indonesia (Sumatra), Turquía, Islas Solomón, Japón, España, China… Grandes terremotos, no los temblores que siguen. La información también está disponible (http://earthquake.usgs.gov). Se pueden revisar años anteriores. Nada es “normal”. Y desde hace un par de días se vino a sumar la erupción de un volcán en Islandia, cuya nube de cenizas ha causado que se detenga el tráfico aéreo en Europa, esperando determinar las evidentes nuevas consecuencias. Y claro, Groenlandia se está deshielando a un ritmo mayor que la Antártica… (www.amap.no/swipa ).

Pienso, con Marx y Levi-Strauss, que “la naturaleza es un hecho social”. Y quiero referir a la relación que de muchas maneras es posible percibir entre terremotos y Cambio Climático, antípoda, complemento, amenaza, guía de acción, realidad, nuevo paradigma. El Cambio Climático aparece como el resultado de la actividad humana y el terremoto como el impacto de la naturaleza sobre ella. Pero los términos son transductuales, es decir, dependen uno del otro. La relación directa, entre la actividad humana, industrial, capitalista y el Cambio Climático -sobre la cual no cabe desde el 3º y 4º informe del IPCC (2007) abrigar ninguna duda (www.ipcc.ch)-, y la actividad sísmica, no es tampoco un ámbito que haya escapado a los especialistas. Una publicación reciente del New Science Magazine, que vincula los terremotos de Haití y de Chile, al Cambio Climático (y por ende a la actividad humana), recoge una publicación geológica anterior del 2006, dónde ya se avanzaba la hipótesis. Sin ser el espacio adecuado para entrar en detalles, señalo que la coincidencia indica que en la construcción histórica actual del imaginario social, la relación entre el ser humano y la naturaleza, se ha transformado en el elemento simbólico más fuerte de la misma.

Tal vez lo más impactante, del terremoto en Chile, ha sido constatar que tres décadas de neoliberalismo, con una enorme concentración de la riqueza, privatización y municipalización de la enseñanza, más una fuerte cultura mediática orientada unívocamente al individualismo y el consumo, aunados a una carencia de teoría y orientaciones políticas que fueran más allá del “gobierno” -es decir, de la administración del sistema-, generaron increíbles olas de saqueos y vandalismo. Ninguna posterior catequesis teledirigida, centrada en el dinero y en el precio que tuvieren las consciencias, permitirá borrar la evidencia de la falta de solidaridad y valores reales que habita al sistema de la inequidad y la violencia. La “obligación” de sacar al ejército a las calles y decretar “toque de queda”, significa una consiguiente merma adicional a nuestras instituciones democráticas. Quedará, que el terremoto de Chile, “coincidió” con la derecha.

Y de aquí, que con facilidad pareció encontrar consenso el “lugar común” que explicó el saqueo y el aprovechamiento por la “naturaleza humana”. Esta conclusión es extremadamente grave y no debe ser aceptada. El que ello nos parezca así, es fiel expresión de la sociedad enferma en que vivimos, dónde los valores han efectivamente desaparecido y nadie se incomoda mayormente por ello. Nunca hubo un punto más falso, mas mañido, ni de mayores consecuencias éticas. Cada vez que nos encontramos con una bajeza, con un hecho que nos ancla en el pasado, que nos ata a lo que no queremos… se atribuye a la “naturaleza humana”. Con ello se ha justificado la guerra, la tortura, el robo, la infidelidad, la traición, la pobreza, la injusticia, la mentira, es decir todo aquello que es lo que no queremos como humanos y como sociedad. Esta es precisamente, el tipo de ideas que debiéramos hacer públicas para fundamentar nuestras diferencias orientadoras en lo político.

En efecto, las dimensiones morales del saqueo, son responsabilidad nuestra, porque si bien no podríamos cambiar la “naturaleza humana”, si podemos cambiar el modelo económico, que es en rigor, un modo histórico y como tal transitorio, pasajero, fugaz, de producción y acumulación. Ya demasiados años de Hobbes y muy poco Rousseau nos han hecho olvidar que las esencias no son ajenas a las dimensiones mentales en que se objetivan y que los cambios culturales, son mucho mas rápidos que lo que la ideología dominante trata de hacernos creer para asegurar la hegemonía de su dominación.

En resumen dos cosas: la una que viene de Cop 15 y de haber visto lo que ya están haciendo por ejemplo, los chinos en materia de urbanismo y diseño estratégico de nuevas ciudades, con las “ciudades de alta densidad”, concebidas para utilizar al máximo el espacio y preservar el Medio Ambiente. Nuestra propuesta de “reinvención” debe ser un modelo de integración: convergencia de investigación en nuevas tecnologías de construcción y energías renovables, de diseño, participación social en la búsqueda de soluciones, sustentables y programas que contribuyeran a generar conciencia sobre la necesidad de limitar las emisiones de GEI y combatir el recalentamiento de la tierra y sus funestas consecuencias, que –hay que decirlo-, serán cada vez más recurrentes e impactarán de manera preferente sobre los pobres del mundo. A partir de allí, desarrollar la búsqueda de financiamientos adecuados. Lo fundamental resulta percibir como el terremoto efectivamente está gatillando (debiera gatillar) una reorganización general del Estado chileno.

Buscar claridad en el manejo de las cuentas públicas y la atención transversal acerca de ciertos fenómenos, no nos diferencia, al menos en el discurso, del resto, de nuestros aliados, de nuestros opositores, en rigor de nadie. Lo que nos diferencia, lo que debiera diferenciarnos son los aspectos políticos y de visión que en esas acciones se reflejan. De allí que en abierta oposición a quienes establecen como único imperativo el “hacer” para “reconstruir” nuestro acento debe ser puesto en la oportunidad abierta por el sismo, de “reinventar” el país y las relaciones entre sus habitantes. No reconstruir, ni participar en la reconstrucción de la sociedad de clases, racista, excluyente y enferma que ha sido la nuestra. Reinventar éste país.

Y la lógica colaborativa del hipertexto, claro… (http://crisiscommons.org)

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